indomable.
Creo que puedo ser útil
con mi vida y hacer lo correcto,
ayudar a las personas.
Pero me invade la sensación de ser manipulado
y quiero evitarlo a toda costa,
correr como si no hubiera un mañana,
hacia rutas salvajes.
Pero entonces me recluyo en mis renglones,
y me siento en los rincones de unos versos,
y mis piernas asoman por fuera de este folio
y leo a poetas y escritores
bajo la lámpara nocturna que ilumina los tejados de una estrofa,
y del mundo.
Y escribo con fuerza cicatrices,
zumbidos de guerra que zozobran,
grito a silencios garabatos hasta que se rompe
la delicada fibra del papel conciencia.
Tengo una corbata en mi garganta
y las pupilas húmedas.
He de confesar mi prosa:
no creo en dios porque es mi madre la que me perdona.
Manuel Fernández-Galiano Amorós
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