Aferrado a tus dedos como vallas
que me impiden caer desde un vacío intrínseco,
veo la ciudad desde esta altura
y no me da miedo mirar al futuro,
solo si agacho la cabeza hacia la caída
siento vértigo.
Aprecio el tambaleo, la zozobra de esta torre,
vapuleada por el viento,
la presión de otras personas que quieren estar donde estoy yo
y contemplar también este silencio.
Pero salgo de mi zona de confort,
porque estoy contigo.
Y quiero bajar rápido,
no quiero bien de alturas,
no disfruto del momento;
quiero la estabilidad del fuego,
los males de subsuelo
y el caos alterno de mis pies sobre el asfalto.
Descenderemos juntos,
por las escaleras de esta torre
que no será de soledad;
si voy contigo hasta el infierno.
que me impiden caer desde un vacío intrínseco,
veo la ciudad desde esta altura
y no me da miedo mirar al futuro,
solo si agacho la cabeza hacia la caída
siento vértigo.
Aprecio el tambaleo, la zozobra de esta torre,
vapuleada por el viento,
la presión de otras personas que quieren estar donde estoy yo
y contemplar también este silencio.
Pero salgo de mi zona de confort,
porque estoy contigo.
Y quiero bajar rápido,
no quiero bien de alturas,
no disfruto del momento;
quiero la estabilidad del fuego,
los males de subsuelo
y el caos alterno de mis pies sobre el asfalto.
Descenderemos juntos,
por las escaleras de esta torre
que no será de soledad;
si voy contigo hasta el infierno.
Manu Fer-Galiano
Imagen: Manu Fer-Galiano (Iglesia de San Salvador, Copenhague) |