sonrío cuerdo sin ningún porqué.
Qué razón hay para no alegrarse,
la vida no es tan triste.
Vine, vi, sonreí.
Sospechan de mi risa,
no confían en mi persona.
Solo se fían del severo;
me toman por faquir.
Yo veo la vida como una Roma
ardida desde una loma.
Y sonrío, sonrío contra
la insoportable levedad del serio.
Manuel Fernández-Galiano
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