tenían un camino corto y uno largo.
El corto, denotado por su pronta naturaleza
y la vaguedad de sus curvas.
El largo, alabado por sus múltiples piedras,
por sus altos y peligrosos puentes,
ríos crecidos que no tenían nombre,
con el que se llegaba tarde.
Y aquí estoy yo recorriendo mi camino.
Ni soy caperucita ni un lobo,
ni tortuga ni liebre,
ni correcaminos ni coyote,
pero elegí ser opositor,
porque los caminos cortos
llevan siempre a finales tristes.
Manu Fer-Galiano
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