de cafetera italiana.
Todas las mañanas te abro,
vierto los restos de antiguas dosis,
te limpio, te cuido y te acaricio.
Te relleno de agua de besos,
hasta que te llenas de alegría.
Coloco mis sentimientos en su sitio
y te enrosco.
Te caliento poco a poco,
hasta que eches el vapor,
y el aroma de poema.
Y aunque siempre sigo los mismos pasos,
nunca el café sabe igual,
porque contigo todo es distinto,
te bebo, te huelo y te disfruto,
te desayuno
y me cambia el mundo.
Manu Fer-Galiano
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