Qué caprichosa puede ser la
inspiración.
Puede darte el verso
en el momento que menos lo esperas.
O darte nada
cuando estás a vueltas con la idea.
Puede dejarte plantado ante la mesa,
donde habíais quedado
mientras miras melancólico la vela
blanca que se consume verso a verso.
Y entonces simplemente te levantas
y la ves, la ves a ella.
Y entonces claramente te das cuenta
de que el poema mereció la espera,
que la confianza en que vendría
pudo más que tirar la toalla.
Manuel Fernández-Galiano Amorós
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